Imaginemos por un momento que una página web es un edificio de veinte plantas cuya finalidad es que el visitante adquiera una serie de productos que se encuentran en su interior, salga contento con ellos y desee volver otro día a por más. Pues bien, el trabajo de un diseñador UX es facilitar al visitante todo este proceso, provocando que la experiencia que ha tenido desde su entrada hasta la adquisición del producto haya sido lo más fácil, satisfactoria y funcional posible.
El diseño UX/UI es una de esas profesiones nativas del siglo XXI, consideradas según CNNMoney y Payscale el catorceavo empleo con más futuro de la actualidad. Esto es comprensible, dado que es una pieza clave para seguir haciendo girar la rueda del mercado. Cogiendo el término con pinzas, podríamos decir que el diseño UX es una profesión holística que adquiere sus conocimientos del diseño gráfico tradicional, el diseño web, el marketing digital, el e-commerce, la publicidad y la psicología de la conducta. Para ello, el diseñador UX ha de conocer al usuario lo suficiente como para desarrollar para él un entorno lo más cómodo, intuitivo y memorable posible.
Uno de los errores más comunes es el de confundir al diseñador gráfico tradicional con el diseñador UX. Generalmente, el UX desarrolla su trabajo previamente para que el diseñador termine dándole forma y color, usando la identidad gráfica del propio sitio o entidad que lo represente. Para resumir las competencias de cada cual, podríamos decir que los desarrolladores se encargan de la parte técnica, los diseñadores UX de la experiencia del usuario y los diseñadores UI del diseño de la interfaz final. Esta es una síntesis extrema, ya que las competencias que desarrolla cada parte podrían subdividirse en otra decena de sub-especialidades; todo depende del rango de diversificación que la agencia de turno tenga. Un buen diseñador UX es aquel que comprende bien todos los aspectos de su profesión, aunque sea especialista en una o dos de ellas.
El diseño UX se aplica principalmente a páginas web y a aplicaciones móviles. Esta disciplina ha de procurar que el usuario no se pierda nunca, disfrute por el camino, y sobre todo (y si esto último no pasa, lo anterior sirve de poco) cumpla el objetivo final de la web, ya sea la adquisición de un producto, darse de alta en un servicio o consumir una u otra información. Recordemos que en nuestro nuevo mundo digital, la funcionalidad lo es todo y el UX no es una excepción. Por ese motivo, un buen diseñador de experiencia será aquel que, comprendiendo cómo funciona la arquitectura digital y sabiendo qué resortes activa el diseño de una interfaz, sea capaz de guiar al usuario a través de ésta, convirtiéndose en una especie de guía turístico digital, de modo que éste nunca se sienta solo, sepa llegar a los sitios con facilidad y salir del lugar cuando haya cumplido con su propósito. Pero, ¿cómo lo consigue? Esa es una gran pregunta; para ello se sirve de varias disciplinas que voy a intentar condensar en tres pilares fundamentales:
- Psicología conductual del usuario: No se trata tanto de meterse en la piel de éste en un ejercicio extremo de empatía, como se suele decir a veces, sino de conocerle lo suficiente como para crear para él un entorno adecuado
- Publicidad aplicada al producto en el entorno digital: Si bien las bases de la publicidad en muchos casos se mantienen constantes en el mundo digital, un producto o servicio se comporta de un modo distinto en una pantalla de móvil u ordenador que en una de televisión; en esta última, el producto se presentaba sin interacción alguna, tratando de convencer al usuario por medio de una presentación unidireccional. En la actualidad, dicho producto ha de tener la capacidad de dialogar con el usuario a través del entorno que creará el diseñador UX.
- Uso y ordenación de los recursos de la web: El diseñador UX ha de decidir cómo ha de ser un menú, cómo se despliega o cómo sigue al usuario en el proceso de navegación; también habrá de deducir qué recursos son los más adecuados para el tipo de web y de usuario; ¿será un slider lo más adecuado para presentar este contenido, o quizás debería hacerse con un gif, un vídeo corto o una imagen estática con un texto flotante? Esta misma lógica es la que se aplicará alrededor de toda la web o aplicación, de modo que el resultado sea el adecuado para el usuario. Del mismo modo, habrá de pensar en cuántas páginas se dividirá la experiencia, así como el tiempo y lugar en el que habrá de aparecer cada recurso. La distribución y correcta presentación del contenido también será responsabilidad suya, aunque más tarde intervengan otros especialistas como redactores o copywriters.
En resumen, estas son las bases del diseño UX, aunque, como he comentado antes, esta especialidad se está haciendo tan compleja que la sub-especialización ya está a la orden del día. Hoy, los diseñadores UX son los grandes facilitadores de una correcta experiencia en la navegación de la web.
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