Si bien la publicidad ha evolucionado hasta convertirse en una ciencia compleja y de precisión quirúrgica, sus bases no lo han hecho demasiado; a principios del siglo XX, las barberías sacaban a la acera una pizarra donde anunciaban con claridad el descuento que podrías llevarte si te cortabas el pelo en ese mismo momento. La oferta, en conjunto con ese rodillo hipnótico pintado con franjas diagonales rojas y blancas (y que giraba sin parar) tenía la capacidad de que la clientela pensara que ese y no otro era el momento para mejorar su aspecto capilar.
Podríamos decir que las páginas de aterrizaje son la evolución digital (y lógica) de aquellas sencillas pero efectivas técnicas para «captar leads».
No pongo este ejemplo para darle al post un aire vintage ni para aprovecharme del componente nostálgico de los que estáis leyendo esto. Bueno, a lo mejor solo un poquito, pero este no es el motivo central; la verdadera razón es recordar que la técnica de persuasión de la landing page tiene condensadas muchas décadas de experiencia humana en el mundo del marketing, y también que la sencillez sigue siendo la clave de su éxito.
Esta página tiene un propósito: vender un producto o servicio. Por ese motivo, esta vez me gustaría no hacer un decálogo de normas o una lista de consejos para crear una de estas páginas. Creo que será más elocuente girar en torno a la gran norma de oro de esta disciplina:
«Cualquier, repito, cualquier cosa que despiste al usuario de la compra será lanzada al fuego, relegada a la papelera de las cosas inútiles del marketing, proscrita, olvidada, guardada en una caja hermética a prueba de bombas H y enterrada en lo más profundo del desierto de Texas».
Creo que ha quedado claro, ¿no? Los usuarios somos máquinas de procrastinar, increíblemente fáciles de distraer con cualquier estímulo. La landing page ha de ser ese elemento que llame la atención de aquello que quieras vender, descartando en la medida de lo posible todo lo demás. Ahora sí llega el decálogo (o heptálogo). Era una broma eso de que no lo iba a poner. :D. Veamos:
- Analiza el público objetivo: Como es muy probable que el aspecto y los reclamos del producto que vas a vender ya estén diseñados, habla en ese mismo lenguaje que se creó para atraer la atención de tu target.
- Make it simple: Muchos elementos requieren demasiados focos de atención. Dirige la mirada de tu público hacia la oferta y después hacia el botón CTA.
- Cuida el copy. El modo en que está descrita la oferta es el modo en que estás hablando al target. Sé conciso, directo, persuasivo y convincente. Tienes décimas de segundo para captar su atención.
- Ofrécele algo a cambio. Es posible que en ocasiones, tu landing esté enfocada a que se suscriban a la newsletter, o dejen sus datos para una segunda estrategia. En estos casos es aconsejable ofrecer alguna oferta (un producto descargable o similar) para fidelizar al cliente potencial y que éste se vea recompensado con su acción.
- La oferta y el CTA siempre han de estar visibles. No hagas al usuario hacer scroll para ver cualquiera de estas dos cosas. Cualquier acción que le distraiga de leer, rellenar y hacer click será un impedimento.
- No te pases pidiendo. A los usuarios no nos gusta que nos pidan mucha información sobre nosotros, a no ser que sea estrictamente necesaria para hacer la compra. Pide solo lo que necesitas.
- Cuida el diseño. Recuerda: corporativo, muy sencillo y muy, muy sexy. No te pases con los detalles y con la gama de colores, que nada distraiga del producto ni del CTA. Haz que el diseño de tu landing page sea una caricia que atraiga al usuario, como lo haría el olor a pan recién hecho en una panadería. ¿Quién puede resistirse a eso y no entrar a por una barra?
Volvamos a la barbería. ¿Por qué? Para recordar de nuevo que nos encontramos ante una disciplina que, por muy moderna que parezca, está basada en estímulos, en percepción y en el arte de la persuasión. Con esto no hay que olvidar que el mundo digital tiene sus propias normas, pero todas ellas están creadas para continuar, otra vez, con la misma canción:
Mira, actúa, compra.
¡Eh! ¿Qué ese rodillo que gira?
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